miércoles, 28 de julio de 2010

Nadime Gordimer: una mujer en Sudáfrica. Publicado en la Contratapa de Rosario12 de Página 12 el 28/06/21010

CONTRATAPA
Nadine Gordimer: una mujer en Sudáfrica

Por Graciela Aletta de Sylvas*

La experiencia de la diversidad en la sociedad sudafricana del siglo XX y en la actualidad abre espacios conflictivos atravesados por relaciones de poder e ideologías que conducen al desconocimiento y la consiguiente supresión del Otro diferente. La presencia en Sudáfrica, en ocasión del Mundial de Fútbol, nos enfrenta con un país con serios problemas raciales y políticos. Una minoría blanca del 15 por ciento sobre la abrumadora mayoría de raza negra se atribuyó hasta 1994, fecha en la que Nelson Mandela instauró la democracia por medio de elecciones libres, los destinos del país, segregando, controlando y explotando en lo que se denominó el "apartheid", a los pobladores originarios negros. Esta población, el 85 por ciento, vivía por debajo del límite de la pobreza totalmente despojada de derechos, bienes, tierras, educación.

La literatura no podía estar ajena al momento histórico y a los sufrimientos de su pueblo. Nadine Gordimer (1923) sudafricana, de piel blanca, fue la primera escritora en denunciar al liberalismo y la organización colonial. Premio Nóbel 1991, ha producido una extensa y valiosa obra narrativa constituida por trece novelas y numerosos cuentos narrados desde una perspectiva social, histórica y política, incluida la postura de género. Sus textos son un testimonio en contra del "apartheid" y exhiben su compromiso revolucionario con el pueblo negro. Están escritos en inglés, uno de los once idiomas oficiales entre los que se cuenta el afrikaans (derivado del holandés) y lenguas de origen bantú.

En recientes declaraciones realizadas en la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010, adónde fue invitada especialmente, recuerda su amistad con Nelson Mandela y cómo lo acompañó a recibir el Premio Nóbel de la Paz en Oslo y cómo tres de sus novelas fueron prohibidas en Sudáfrica mientras duró la segregación.

En una lectura de Historia de mi hijo (1991) y de Un capricho de la naturaleza (1987) rescatamos la identidad de dos mujeres anteriores al fin del "apartheid". En la primera descubrimos a Aila, mestiza, de origen oriental, de familia musulmana, mujer de su casa, ocupada en sus quehaceres domésticos, sumisa, siempre equilibrada y amable, desempeña los roles tradicionalmente asignados por la sociedad patriarcal. Sonny, su marido, desafía el "apartheid" instalando su casa en un barrio blanco de Johannesburgo. Es un maestro revolucionario enamorado de Shakespeare, separado de la profesión por su activismo político. Es encarcelado durante dos años y en la prisión recibe la visita de Hannah, una mujer blanca que milita en una organización de Derechos Humanos y quien se convierte luego en su amante. Sonny se comporta como un marido y padre ausente y esta situación amorosa desencadena la crítica de su hijo, el intento de suicidio de su hija y la aparente aceptación silenciosa de Aila. Pero el conflicto funciona como disparador de un cambio trascendente: se transforma en una militante, ocupa un lugar importante en las filas de la oposición combativa negra y lleva sin que nadie lo advierta una doble vida, la de una revolucionaria cuyo accionar se mantiene en secreto y la de madre y esposa. Vida pública y privada escindidas. Esta aparente falta de concialiación entre ambas esferas es desbaratada por Judith Butler con el concepto de "perfomatividad de género": la capacidad del sujeto de intervenir en la estructuración de su subjetividad, resignificando las prácticas que obran sobre la construcción de la identidad. Es detenida pero huye de la cárcel e inicia una nueva vida de militancia en el exilio. La verdadera heroína de la novela es ella, una mujer que apuesta por el cambio y el compromiso con una situación política que así se lo exige. La novela está narrada en la primera persona de Will, el hijo de Aila y Sonny, con frecuentes cambios de perspectiva y saltos en el tiempo.

La protagonista de la segunda novela mencionada es una mujer blanca, de clase media, cuya vida consiste en saltar los límites de clase, y raza y transgredir las convenciones establecidas para desenvolverse en el mundo de la acción revolucionaria y defender la igualdad.

La experiencia del exilio, su diáspora, la clandestinidad, las aleja de un hogar y de relaciones familiares. Ambas construyen su subjetividad sin oposiciones binarias, desde un espacio intersticial, como lo denomina Homi Bhabha, en el que estas mujeres sudafricanas habitan una experiencia fronteriza en la encrucijada de historia y literatura.

No quiero olvidar a Miriam Tlalli (1933, Johannesburgo) la primera mujer negra en publicar una novela y escribir sobre Soweto en Sudáfrica.

Enrolada en la lucha por los derechos de los negros, perseguida y debatiéndose entre la censura y la integridad personal, escribió varios libros entre los que se cuenta Footprints in the quag (1989). Tuve el lujo de conocerla y de hacerle una entrevista cuando vino a Rosario, con su colorida vestimenta típica, para participar del Encuentro Internacional de Escritoras (1998), durante la cual me afirmó que no necesitaba pertenecer a ninguna organización para luchar por los derechos de la mujer negra y que para tal fin sólo le bastaba su escritura. Otra mujer para quien, al igual que Gordimer, las palabras son instrumento de lucha que pueden, desde la ficción, cambiar la realidad. Entre barrabravas y partidos, una visión que nos sitúa en el corazón de una Sudáfrica profunda cuyo desafío compromete a la humanidad.

*Facultad de Humanidades y Artes, UNR.

lunes, 11 de enero de 2010

Reseña de Marta Ortiz de mi libro: La fiesta del lenguaje"

12-07-09 | Por Marta Ortiz

La fiesta del lenguaje


CRITICA. La aventura de escribir, de Graciela Aletta de Sylvas. Corregidor, Buenos Aires, 2009, 288 páginas, $ 44.

Pormenorizada y exhaustiva tesis doctoral, La aventura de escribir explicita el homenaje de su autora a la obra literaria de Angélica Gorodischer, y se propone como apertura al diálogo con futuras indagaciones teóricas. Contribución no menor, si se advierte que el corpus abarca la obra completa hasta 2006, hecho que inscribe este libro en la biblioteca de una exploración imprescindible que deberá incluir lecturas y estudios críticos sobre autores de la región, tal como lo destacó, en su presentación del libro, la escritora Noemí Ulla.

Aletta de Sylvas parte de la hipótesis de la versatilidad de una escritura en constante renovación, producción que "no admite el límite de la clausura sino el riesgo de la apertura a nuevas y futuras escrituras", rasgo distintivo de Gorodischer, según se deduce del epígrafe citado en el capítulo I: "La idea de ser no me tienta y se la cambio a cualquiera por la de ir siendo".

La autora distingue cuatro partes que subdivide en diez capítulos. Luego de una introducción que relata y documenta la vida e inserción de Gorodischer en el ámbito intelectual argentino, se recorren los tres ejes que organizaron la investigación. La segunda parte concierne al primer eje, centrado en la incursión en la ciencia ficción, siempre contaminada de sesgos fantásticos o maravillosos que borran la frontera del género y dificultan incluso una clasificación. Una nueva torsión en la escritura analizada abrirá el camino al segundo eje paradigmático: "Mujer, delito y escritura". La visión que aporta el pensamiento feminista opera aquí como bisagra, y la escritora —explica Aletta de Sylvas— hace su lectura de las leyes sociales imperantes y escribe su respuesta ficcional como un acto de resistencia que la inscribe en una clara "estética de contrapoder".

Las mujeres personajes en esta etapa transgreden el orden establecido convirtiéndose en detectives (rol tradicional masculino, inversión que se suma al abordaje paródico del policial), abandonando a su familia para encontrar un lugar en el mundo o humanizando a la Virgen, entre otras propuestas. Un nuevo pliegue colocará a estas decididas protagonistas en el lugar de victimarias, ya no de víctimas: mujeres que matan por insatisfacción, frustración, venganza, justicia, y aún para restablecer el equilibrio ecológico. Doquier (novela, 2002) instaura a su vez un modelo de metamorfosis y ambigüedad identitaria marcada, entre otras variantes, por el travestismo y el disfraz.

El tercer eje, "Los avatares de la escritura", trabaja sobre Prodigios (1994) y Tumba de jaguares (2005), cuya marca común es su repliegue sobre la materia de la escritura. De Prodigios se dice: "Gorodischer entreteje las piezas narrativas en un todo sinfónico en el que la multiplicidad de voces contribuyen a hacer de esta novela una de las más destacadas de la literatura argentina". Tumba de jaguares —propone la autora— parece autogenerarse en el acto de escribir, lo que responde a la imagen de rizoma descripta por Gilles Deleuze, trazando una escritura descentrada, reversible y con múltiples entradas cuyo tema explicita los fundamentos de la escritura.

A la vasta bibliografía específica, esta exploración añade lecturas jurídicas y un enfoque de género "que permiten estudiar la cuestión femenina y criminal en el contexto de la sociedad en la que la mujer todavía ocupa un lugar marginal."

La aventura de escribir... es un texto clave para la valoración de una literatura insoslayable que Aletta de Sylvas define como fiesta del lenguaje pero siempre subversiva y marginal, ya que su autora escribe lejos de los centros de poder. La versatilidad subrayada destaca el rango de aventura constante que ejerció y ejerce esta letra transgresora.

Edward Said ha expresado: "no solo crean (los críticos) los valores mediante los cuales se juzga y se comprende el arte, sino que encarnan en la escritura aquellos procesos y condiciones reales del presente, mediante los cuales el arte y la escritura transmiten significado". Aletta de Sylvas, desde sus páginas, completa: "No se trata de escribir sobre un texto, se trata de escribir desde él".

Publicado en Señales, La Capital, 12/07/09

Reseña de Beatriz Vignoli demi libro en Rosario 12

LA AVENTURA DE ESCRIBIR SE TITULA EL ENSAYO DE GRACIELA ALETTA DE SYLVAS
Mil mundos de Angélica Gorodischer
Por Beatriz Vignoli
CULTURA / ESPECTACULOS

El libro de la investigadora de la UNR analiza más de cuarenta años de la obra de la talentosa y reconocida escritora rosarina. El trabajo hace un abordaje de los escritos desde múltiples perspectivas, con notable rigor historiográfico.


Por Beatriz Vignoli

La aventura de escribir. La narrativa de Angélica Gorodischer: así se titula el estudio crítico más amplio y profundo emprendido hasta la fecha sobre la obra de esta prolífica, talentosa y original escritora rosarina nacida en 1928. La doctora Graciela Aletta de Sylvas, profesora en Letras por la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, escribió su tesis de doctorado en Filología Hispanoamericana por la Universidad de Valencia sobre la obra de Gorodischer, tesis defendida en 2006 que, con el solo agregado de unas páginas introductorias, constituye este libro.

Publicado por Corregidor (editorial que, pese a su nombre, parece necesitar un corrector o una correctora), el libro analiza toda su producción literaria desde sus inicios a mediados de los años sesenta hasta 2006.

El germen del libro, según cuenta su autora a Rosario/12, fueron los cuatro capítulos sobre mujer, delito y literatura, que Aletta de Sylvas dedica a un período medio de la producción de la escritora. Allí la ensayista indaga desde el campo de la Criminología Crítica tanto la reformulación que desde la escritura femenina hace Gorodischer del género policial (mezclándolo incluso con el recetario de cocina, protagonizándolo mediante una detectivesa que es madre o representando a las mujeres como agentes de poderes considerados masculinos) como otros relatos que abordan la relación entre sujeto, género y ley, poniendo de manifiesto la artificialidad de la construcción de género en el marco de un feminismo de la igualdad. Esta sección le valió una 1º mención en el concurso provincial de ensayos Manuel Musto.

Con el tiempo, Aletta de Sylvas fue escribiendo nuevos capítulos dedicados a otros períodos, algunos de los cuales fueron publicados como artículos sueltos en revistas o presentados en congresos internacionales. El libro aborda esta rica obra desde una serie múltiple de perspectivas que van desde la hibridación entre la "alta" literatura y los géneros literarios "menores y marginales" (rasgo propio del período estudiado, que corresponde al posmodernismo en las artes, según críticos como Frederick Jameson) hasta los diversos modos en que la obra literaria refracta (por decirlo con un término de Theodor Adorno) las mediaciones que constituyen la realidad histórica. Se hace especial hincapié en la problemática del género, ya no en el sentido literario sino en el social, sexual y político, por ser además esta cuestión la que Gorodischer ha trabajado más conscientemente no sólo en su literatura sino a través de su militancia feminista en ámbitos profesionales globales y locales, como el Congreso de Escritoras de Rosario o la red RELAT.

Con notable rigor historiográfico, Aletta de Sylvas pone en relación cada período de la narrativa de Gorodischer con su circunstancia, poniendo en juego una mirada crítica que lee las condiciones históricas en el texto literario, sin hacer de eso una forma del determinismo sino resaltando la intencionalidad y libertad del proceso creativo. Esto último es demostrado además mediante citas de declaraciones de la narradora en múltiples entrevistas y artículos que la ensayista ha recopilado en un trabajo de investigación admirable. (Queda, eso sí, abierto a futuras investigaciones el problema del estilo: un ensayo futuro podría indagar, por ejemplo, en el disparate como mecanismo narrativo, o tomar como hipótesis cuánto de paródico del modernismo tardío hay en la elección por parte de Gorodischer de nombres tan rubendarianos como "Dulce recuerdo de las jubeas en flor" para las instituciones totalitarias de sus distopías galácticas).

Los capítulos 3 y 4 exploran, invitando a lecturas y relecturas, un interesantísimo período inicial, los 60 y 70, en que la obra de Gorodischer (en consonancia con autores contemporáneos estadounidenses como Ursula LeGuin o Kurt Vonnegut) transitó con gran solvencia, humor e inventiva la ciencia ficción, lo maravilloso y lo fantástico: pertenecen a este período sus Cuentos con soldados (1965), Opus 2 (1967), Las pelucas (1968), Bajo las jubeas en flor (1973), Casta luna electrónica (1977), Trafalgar (1979) y la muy reconocida y premiada Kalpa Imperial (1983), fantasía donde se deja leer entre líneas una denuncia de los abusos de poder de la dictadura militar. Las influencias señaladas en el capítulo 2 la ubican a Gorodischer en el ámbito de lo fantástico rioplatense, en relación con la narrativa de Borges, Holmberg y otros. Aletta de Sylvas postula, siguiendo una definición de Rosemary Jackson, que lo fantástico no es un género sino un modo que se ubica entre lo maravilloso y lo mimético. Al ser un modo, atraviesa otros géneros.

La "aventura" es otro concepto operativo fundamental en este trabajo. En el ámbito de la ficción, la aventura puede atravesar variados géneros (ciencia ficción con aventura da "space opera", etc.) y a la vez constituir el gesto mismo de la escritura femenina, en tanto transgresión e invención; en este sentido puede muy bien coexistir con universos realistas o cotidianos, que se convierten en "la otra cara de la aventura". El crimen, en el aludido período medio de la obra de Gorodischer, se carga de este significado de violencia liberadora, lo mismo que el travestismo o la fuga fuera de los espacios convencionales, entre otras libertades que se toman sus personajes: no sólo los femeninos sino otros de sexualidad ambigua, doble y hasta proteica o plural.

En la última sección, el noveno capítulo analiza la novela Prodigios (Barcelona, 1994) y el décimo, Tumba de jaguares (2006). Ambas novelas pertenecen a un tercer período de esta obra en el que la escritura pasa a primer plano. Al final hay conclusiones, una entrevista y bibliografías. El libro, saludablemente, no deja de estar atravesado por indicios deliberados de las posiciones de ambas autoras en el campo social de sus prácticas e incluso más allá. En un primer capítulo biográfico sobre la novelista, la ensayista revela su relación de vecindad y de amistad familiar; en la página 209, una nota al pie informa que fue el padre de la autora del ensayo quien en 1932 firmó la derogación de las ordenanzas que legalizaban los prostíbulos de Pichincha en Rosario. Casi invisible, esta nota se inserta en el capítulo sobre Fábula de la virgen y el bombero (1993), excelente novela que Angélica Gorodischer ambienta en el submundo de la trata de mujeres, al que presenta de un modo descarnado, lejos de las idealizaciones sexistas de cierto folklore local.



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Angélica Gorodischer transitó distintos géneros literarios, siempre con una escritura original.
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Por Graciela Aletta de Sylvas *
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sábado, 9 de enero de 2010

Reseña de Noemí Ulla de mi libro en A Contracorriente

Vol. 7, No. 1, Fall 2009, 471-474
www.ncsu.edu/project/acontracorriente
Review/Reseña
Graciela Aletta de Sylvas, La aventura de escribir. La narrativa de
Angélica Gorodischer. Buenos Aires: Ed. Corregidor, 2009.
Angélica Gorodischer, fecunda voz de la narrativa
argentina
Noemí Ulla
Escritora
Lectora de Balzac, de Góngora, de Racine y de Borges, Angélica
Gorodischer es una de las fecundas narradoras de la literatura argentina
actual. Desde la resonancia que obtuvo Kalpa imperial (1984) sus libros
de cuentos y novelas se suceden perfeccionando el primer feminismo
testimonial de Mala noche y parir hembra (1983) para dar paso a una
pródiga imaginación. Sin dejar de convivir con actitudes críticas
fuertemente representativas, estas forjan, tras las huellas de Andersen y
de Italo Calvino, un discurso narrativo que fusiona lo fantástico con la
sátira y el humor, prescindiendo con gracia de referentes históricos,
geográficos, políticos y sociales que sin embargo están presentes en los
relatos como por arte de magia de la invención.
Angélica Gorodischer 472
Tanto Angélica Gorodischer como la autora de este libro han
manifestado igual rigor al considerar el cuento y la novela como textos a
los que se debe abordar desde una posición racional, por mucha fantasía
y magia que Angélica Gorodischer haya exhibido y exhiba en su
vastísima obra. “El concepto de arte como una operación de la
inteligencia y no como un don del espíritu fue formulado por primera
vez—escribió Borges—por Edgar Allan Poe en 1846 en ‘Filosofía de la
composición’”. La perspectiva de Graciela Aletta de Sylvas ha sido y es
objetiva, aunque al mismo tiempo sensible a las mínimas tonalidades de
la prosa de la autora que estudia.
El primer acierto de este ensayo, no complejo por su
comprensión, ya que fue escrito de manera clara y directa, es la
vastedad y la precisión que desarrolla al descubrir los aspectos
múltiples que abarcan la totalidad de la creación de Angélica
Gorodischer. Como en los estudios y las tesis mejor realizados, y ya
opino también en mi condición de jurado de diversas tesis de
Doctorado, tanto en nuestro país como en el exterior, Graciela Aletta de
Sylvas ha sabido rastrear, apoyándose en diferentes teorías, autorizadas
y reconocidas, la amplitud de las articulaciones de los textos de Angélica
Gorodischer, las coyunturas mayores y las más secretas, desde los
comienzos de Cuentos con soldados (1965) que mereció en 1965 el
premio del Club del Orden, hasta la actualidad. Analiza la presencia de
lo lúdico sin desestimar la actitud de reflexión que suele estar presente
en la narrativa de la autora aún en sus textos más fantásticos. En Salvo
el crepúsculo (1984) se preguntaba Julio Cortázar: “¿Por qué en
literatura se tiende a creer que la sinceridad sólo se da en la descarga
dramática o lírica, y que lo lúdico comporta casi siempre artificio o
disimulo? Macedonio, Alfred Jarry, Raymond Roussel, Erik Satie, John
Cage ¿escribieron o compusieron con menos sinceridad que Roberto
Arlt o que Beethoven?”. Precisamente esto es lo que me interesa
resaltar: la sinceridad en el despliegue de juegos narrativos y poéticos
que Angélica Gorodischer practica tanto en sus creaciones como en sus
reflexiones, sutilmente advertidas y certeramente valoradas por la
autora de este ensayo.
En el capítulo “Gorodischer y su obra en el campo literario
argentino”, se tiene en cuenta el contexto literario en el que se inscribe
el objeto de estudio. Es también por esto que me permitiré dirigirme a
Ulla 473
los lectores y a los estudiosos, para considerar la posibilidad de
destacar, conocer y abordar los lazos que unen a la provincia de Santa
Fe con el territorio nacional, examinando detenidamente en qué residen
nuestras semejanzas y nuestras diferencias. Y me gustaría insistir sobre
algo en lo que siempre pongo el mayor de los énfasis, dentro del ámbito
académico y de todos los ámbitos que tengo ocasión de frecuentar. Y es
la necesidad de persistir en la lectura y en los estudios críticos de
cuentos, novelas y poesía de la provincia de Santa Fe y de otras
provincias. Es imprescindible que echemos una mirada a los escritores
del “interior”, como tanto se lo llama al de las provincias en la Capital
Federal. Concibo la literatura como literatura y no debería haber
preferencias ni mayor difusión de los escritores de Buenos Aires que la
de los escritores del interior, considerando el interior entre comillas y
sin ninguna actitud sectaria. Creo que este es un motivo más para
celebrar la aparición del ensayo de Graciela Aletta de Sylvas: indaga la
obra de una escritora que aunque nacida en Buenos Aires, es por su
obra fundamentalmente rosarina, de acuerdo con los escenarios y
tipicidades que suele revelar su narrativa y sin embargo pertenece y de
amplio modo, a la literatura argentina. “La conciencia nacional, incierta
y oprimida, pasa necesariamente por la literatura”, observaron Gilles
Deleuze y Félix Guattari, al referirse a la correspondencia que
intercambiaban en 1921 Kafka y Max Brod.
Convengamos entonces en que este ensayo implicó para la
autora leer mediante el principio rizomático, principio atento a la
multiplicidad que propone Gilles Deleuze, para abordar, en este caso, la
dimensión temática de la narradora de quien investiga lo maravilloso, la
ciencia ficción, el erotismo, el feminismo y su diversa escritura. Según
Yuri Lotman, el estilo oral penetró en la escritura literaria del siglo XX,
sin desplazar por completo las estructuras escritas, ya que el texto
artístico no es de ninguna manera el discurso oral, el texto artístico es la
representación del discurso oral en el texto escrito (Estructura del texto
artístico), como lo forjan los mejores escritores de nuestra literatura.
Hace unos años presenté una ponencia en la universidad de Eichstätt
(Alemania), donde me ocupaba de los escritores argentinos actuales en
el paso de la dictadura a la democracia, e incluí Kalpa Imperial,
magnífico texto de Angélica Gorodischer. Señalé allí la fusión existente
entre su narrativa y su actitud crítica, la fantasía y el humor, valoración
Angélica Gorodischer 474
que incluí en mi libro La insurrección literaria: de lo coloquial en la
narrativa rioplatense (Buenos Aires, Torres Agüero Editor, 1996).
Graciela da una apreciación de Kalpa Imperial sumamente ajustada y
afirma que “presenta la saga del Imperio y sus gobernantes, pero
también la del oficio de contar. El contador cuenta historias y al mismo
tiempo devela los entretelones de su métier, el armazón sobre el cual
está tejida la novela.”
Quisiera no omitir la referencia al detenido análisis, a la
verdadera búsqueda e investigación que realiza Graciela Aletta de Sylvas
de los libros de nuestra autora, al tener en cuenta su postura crítica
contra los prejuicios sociales, raciales, los géneros literarios, sin perder
de vista la presencia de las metamorfosis, las ficciones de ambigüedad,
la pluralidad de códigos narrativos que enriquecen con variados matices
la retórica y la estética propias de la narradora. Y tal vez sería oportuno,
entre las conclusiones que se apuntan sobre la tarea realizada, citar aquí
un breve párrafo que deberíamos valorar como altamente significativo:
“Este riesgoso recorrido implica el placer de la creación, establecer
relaciones y nexos, leer los silencios del texto, lo que éste no ha dicho
explícitamente, lo que ha sugerido o negado a la tarea del lector”.

A Contracorriente. Una revista de historia social y literatura de América latina, Vol.7, Nº1, Fall 2009, 471-474. ( North carolina State University. Oregon

viernes, 8 de enero de 2010

Reseña de Marta Aponte Alsina, escritora portorriquela, de mi libro

jueves 7 de enero de 2010
Un libro de Graciela Aletta de Sylvas sobre Angélica Gorodischer


La aventura de escribir: la narrativa de Angélica Gorodischer

Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 2009

Autora: Graciela Aletta de Sylvas




Este libro es el primero de una sola autora que se dedica a la escritura de Angélica Gorodischer. Tras la publicación de más de una veintena de novelas y colecciones de relatos, está claro que Gorodischer es una de las figura mayores en el panorama de la narrativa hispanoamericana de entre siglos, y una de las mejores prosistas contemporáneas en lengua española, sin distinción de género. Graciela Aletta da Sylvas, profesora de la Universidad Nacional de Rosario, ejerce una crítica rigurosa, fundamentada en corrientes teóricas actuales -feminista, post-estructuralista, psicoanalítica, filosófica- sin ceñirse a fatigados moldes discursivos que no hubieran captado, como lo hace este libro, un acercamiento a la razón de ser de la vibrante escritura de Gorodischer, una escritura que, en opinión de Guillermo Saccomano, es a la vez espacio de goce y transgresión.

La aventura de escribir es un admirable ejercicio de síntesis a propósito de una escritora que la crítica llama “proteica”, pues no sólo es vasto el cuerpo de sus narraciones, sino que además se trata de una mujer de palabra y acción, promotora cultural, figura pública respetada, mujer de afectos familiares y amistades entrañables. Esa actividad prodigiosa y múltiple se transmite a todo lo que toca, y para María Rosa Lojo es uno de los motivos que ameritan la lectura del estudio de Aletta:

Entre los muchos méritos de este libro, cabe destacar por lo menos dos. Uno es haber logrado deslindar y asediar los problemas centrales y los hilos conductores de una obra vasta y variada, que transita la novela “de género” (policial, ciencia ficción) pero que no es encasillable en esos compartimientos… Su libro sienta un valioso precedente como obra de consulta para todas las futuras indagaciones sobre la inventora y exploradora de tantos mundos imaginarios que están dentro de éste. (13)

Aletta de Sylvas organiza el corpus de la escritura de Gorodischer en varios ejes temáticos, divididos, a su vez, en apartados: las circunstancias de una vida y el contexto de producción (antecedentes biográficos y situación de Gorodischer y su obra en el campo literario argentino); la presencia formativa de sus lecturas en los géneros de ciencia ficción, maravilloso y fantástico; las intersecciones entre la construcción de género, delito y escritura (mujer y trasgresión; mujeres que matan; identidades transgresoras; la ciudad escenario del delito); y la escritura como el oficio de leer y escribir. La representación de escenas de violencia desde las primeras publicaciones de Gorodischer apunta no sólo a la impronta de la barbarie en el particular contexto de la autora (los años de la dictadura militar) sino a la presunción de que el oficio de escribir es para una mujer siempre marginal, que se ejerce desde el “exilio” y que, al no enraizar en tierra firme, de algún modo se aboca siempre al ensayo, a la experimentación, a la transgresión y al juego. En una sección sobre los personajes de las mujeres que matan, se señala que, sin importar el móvil o el crimen, “todas abandonan el papel de víctimas… para asumir un protagonismo fuerte y decidido de autoras de delito. De esta manera el delito se convierte en figura fundante de la identidad”. (142) En este trabajo seminal, uno de los más sólidos del libro, la crítica acude a una rica bibliografía en las materias de filosofía del derecho y criminología crítica, para concluir ponderando una afirmación de Gorodischer: “La marca de género… es la exclusión del poder y de la palabra. Por eso no hay lugar cómodo para hablar/escribir de las mujeres”. (178)

El análisis de textos cierra con una exposición en torno a la obra que con Prodigios, debe ser una de las cumbres del arte de Gorodischer, la bellísima novela Tumba de jaguares:

Verdadera apoteosis de la escritura, de la que se exhibe toda una poética Tumba de jaguares constituye una variante más dentro de la extensa y compleja producción de Gorodischer, quien demuestra su placer en el uso del lenguaje y la elección de cada palabra: “… y las palabras sí que le entran por los ojos, y los oídos y los dedos y los dientes…”. (250)

Al filo del poder, donde se descubre la violencia como marca de la historia, la sutileza es una virtud, ese espíritu de fineza que delata tanto a la buena crítica como a la buena literatura de indagación y experimentación formal. Maestra de la ironía, dueña de una capacidad deslumbrante para la invención de mundos alternos y verosímiles, permanentemente inconforme con lo que ha hecho, octogenaria vigorosa y productiva más allá de las prisiones octogonales de la existencia, la autora y su obra cuentan ahora con algo más penetrante que un vademécum unitario, o repertorio de claves para su lectura, en este valioso libro. Eso sí; tan astuta es la narradora, y tal es su compromiso libertario con la ruptura de todo orden predecible, que ya estará fraguando obras soprendentes que provoquen nuevas lecturas, aunque difícilmente puedan superar en alcance y esmero estas de Graciela Aletta de Sylvas.


Publicado por Marta Aponte Alsina en su blog : http://angelicafuriosa.blogspot.com en 07:25 0 comentarios
Etiquetas: Graciela Aletta de Sylvas; Angélica Gorodischer; literatura